Ernesto Che Guevara (1928-1967), a pesar de que hace cerca de cincuenta años de su muerte, su presencia todavía pervive entre nosotros. Es un icono de la lucha por la injusticia del siglo XX y del movimiento contracultural.

Nació rico y asmático dentro de una familia aristocrática de Argentina. Con estos antecedentes nadie hubiese previsto lo que luego fue su vida.

En 1953 terminó sus estudios de medicina, haciéndose psiquiatra. Pero en lugar de realizar su profesión, empezó sus viajes por toda América del sur, palpando la realidad social en que se encontraba.

En 1956 inicia su aventura en Cuba. Su revolución triunfa, y por su cultura y su espíritu de justicia incluso para con sus enemigos, se convierte en un líder de la revolución, y es nombrado ministro de Industria.

Hasta aquí su biografía podría entenderse, niño rico que hace unos viajes por los suburbios de América y se convierte en revolucionario. Llega a su cenit siendo ministro. Su  vida hubiese podido ser muy cómoda, como la de Fidel, o todavía más por no estar en la primerísima línea. Y sin embargo, renuncia a todas las comodidades y a todos los honores para iniciar una nueva revolución en la selva del Congo.

Es en 1965 con su viaje al Congo, cuando realmente se convierte en un icono, cuando todos nos damos cuenta de que es un hombre congruente con sus ideas, un hombre auténtico que desprecia los honores y riquezas en pro de desarrollar sus ideas sobre la justicia social.

En el Congo fracasó en su lucha, y en lugar de volver a su Cuba, prefirió iniciar una nueva revolución en la selva de Bolivia, que también fracasó. En 1967 fue herido y hecho prisionero, siendo fusilado por orden de la CIA.

Dotado de una gran inteligencia, Guevara dejó muchos escritos y una filosofía política llamada Guevarismo. Según Fidel Castro, “Che era un hombre de pensamiento profundo, de inteligencia visionaria, un hombre de profunda cultura. Es decir, que reunía en su persona al hombre de ideas y al hombre de acción. El pensamiento político y revolucionario del Che tendrá un valor permanente en el proceso revolucionario cubano y en el proceso revolucionario en América Latina”.

Guevara queda en la memoria colectiva de los pueblos como el defensor de los oprimidos, el que se indignó ante las injusticias, el símbolo del desinterés y el hombre que tomó las armas en nombre del interés superior de los condenados en la tierra.