TENIA 17 AÑOS
Hoy, que es el día internacional de la gente mayor, quiero rendir homenaje a un joven saudí que está a punto de ser decapitado, y su cabeza expuesta al público, porque cuando tenía 17 años participó en manifestaciones en contra del poder instaurado.
Perder la vida de forma tan ignominiosa, y por unos motivos tan livianos no es propio de un país civilizado. Arabia Saudí todavía está en la Edad Media, no ha avanzado en ningún aspecto, a pesar de los cuantiosos beneficios que les da el petróleo. Pero una cosa es la riqueza material, y otra muy distinta el vivir en una civilización que avance en todos los aspectos.
Precisamente lo que me imagino impulsó a este joven a participar en las manifestaciones debió ser el intentar que su País avanzase en aspectos culturales y democráticos, y esto, en la Arabia Saudí se paga con la muerte.
Los países cristiano occidentales deberían hacer ver a los monarcas de Arabia que la Edad Media hace siglos que ha terminado, y no recibirlos con toda pompa como ha hecho este verano Francia al acotar una playa para uso exclusivo del Rey árabe, o como hace Marbella cada verano que es visitada por el mismo. No podemos conformarnos pensando que los árabes son de otra raza y que Arabia está muy lejos. Deberíamos vivir con más intensidad el drama cotidiano que se vive allí, en donde las mujeres son simples objetos necesarios para la reproducción, y punto.
Lo propio de un adolescente de 17 años es la rebeldía, el no conformarse con lo que tiene y querer conquistar al mundo. Todo esto, junto con que el joven es de la religión Chií, y Arabia Saudí es de los Suní, debió hacer un coctel que le impulsó a manifestarse en contra del poder instaurado. Es lo normal en cualquier país civilizado, pero en Arabia esto se paga con la muerte.